domingo, 13 de noviembre de 2016

UNA CUESTIÓN DE EDUCACIÓN


Desde que somos niños nuestros padres nos enseñan una serie de valores, entre ellos, el ser cortez, amable con el otro.
Es importante que como padres y responsables podamos inculcarles a los niños estos valores que los marcarán por el resto de sus vidas. De todas maneras, cada valor que querramos transmitir debe estar acompañado del ejemplo.
Entre ellas se puede destacar el buen trato con el prójimo. A pesar de vivir acelerados tenemos que ser capaces de mirar a nuestro alrededor.
Cuando subimos al transporte público tenemos que ser consientes que no estamos solos y que todos van al trabajo, vuelven a la casa o tienen un montón de situaciones por resolver.  Ceder un asiento es un gesto de amabilidad hacia la otra persona. Ceder un asiento es una regla general que contempla cualquier libro de urbanidad, buenas maneras o manual de contenido similar. Ya es una regla de oro: ceder el asiento a las personas mayores, mujeres y personas con dificultades o alguna discapacidad o minusvalía.
La vida es acelerada y ha cambiado mucho pero las personas siguen siendo las mismas, y no deben perder las buenas costumbres.  Es increíble cuando dejamos de mirar para otro lado y si no nos mueve el corazón al ver una persona mayor, una embarazada o un niño que apenas puede sostenerse por lo menos pensemos que esa persona puede ser nuestro abuelo, nuestra madre o hermanito.
 Por eso, les propongo que estemos más atentos a estas situaciones que pasa todos los días en todos lados y que aprendamos a ser más solidarios y abrir nuestro corazón para que estas personas puedan viajar como corresponde y nosotros, seguramente, sentiremos esa grata sensación de saber que estamos haciendo las cosas bien.
Ceder un asiento es un gesto de cortesía, un gesto de generosidad; no cuesta nada y hace que la convivencia sea más grata, cordial y agradable.

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