Desde
que somos niños nuestros padres nos enseñan una serie de valores, entre ellos,
el ser cortez, amable con el otro.
Es
importante que como padres y responsables podamos inculcarles a los niños estos
valores que los marcarán por el resto de sus vidas. De todas maneras, cada
valor que querramos transmitir debe estar acompañado del ejemplo.
Entre
ellas se puede destacar el buen trato con el prójimo. A pesar de vivir
acelerados tenemos que ser capaces de mirar a nuestro alrededor.
Cuando
subimos al transporte público tenemos que ser consientes que no estamos solos y
que todos van al trabajo, vuelven a la casa o tienen un montón de situaciones
por resolver. Ceder un asiento es un
gesto de amabilidad hacia la otra persona. Ceder un asiento es una regla
general que contempla cualquier libro de urbanidad, buenas maneras o manual de
contenido similar. Ya es una regla de oro: ceder el asiento a las
personas mayores, mujeres y personas con dificultades o alguna discapacidad o
minusvalía.
La vida es acelerada y ha cambiado mucho pero las
personas siguen siendo las mismas, y no deben perder las buenas costumbres. Es increíble cuando dejamos de mirar para otro
lado y si no nos mueve el corazón al ver una persona mayor, una embarazada o un
niño que apenas puede sostenerse por lo menos pensemos que esa persona puede
ser nuestro abuelo, nuestra madre o hermanito.
Por eso, les
propongo que estemos más atentos a estas situaciones que pasa todos los días en
todos lados y que aprendamos a ser más solidarios y abrir nuestro corazón para
que estas personas puedan viajar como corresponde y nosotros, seguramente,
sentiremos esa grata sensación de saber que estamos haciendo las cosas bien.
Ceder un asiento es un gesto de cortesía, un
gesto de generosidad; no cuesta nada y hace que la convivencia sea
más grata, cordial y agradable.
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